Gracias amado Padre, con sabiduría, es decir, con tu luz divina y buena consciencia siempre puedo decidir sobre mi vida. No dejo que la manejen los demás ni sacrifico el ahora atrapado en el mundo de las ilusiones o la melancolía.Antes bien gano paz con el perdón y, cuando todo habla de destrucción, creo que el sol volverá a brillar. Medito sobre mis errores sin entregarme a la pena, me sereno y enfrento el destino con ánimo resuelto.
Una pausa orante saca tristezas de mi corazón y da temple a la confianza cuando soplan vientos contrarios. La esperanza me da fuerzas y así puedo acallar las viejas dudas y dominar los nuevos temores.
Señor Dios, no cargo el pasado, soy diligente y decidido, y disfruto de ventajas inesperadas. Para aquel que tiene intenciones puras no hay derrotas definitivas y siempre vuelven a soplar vientos favorables. Gracias Dios mío por tantas bendiciones.