Mi misión es amarme y amar

Bendito, Señor, este es un día estupendo si reconozco mis debilidades y dejo de culpar a otros o a ti mi Dios. Elijo ser optimista. “Si siempre pienso que el problema está afuera, ese pensamiento es el problema”.

Pero todo cambia cuando dejo de diferir las soluciones, alejo los juicios, me sincero y entro en mi interior. Allí están las semillas del mal o del bien y únicamente puedo descifrar la vida mirando hacia adentro sin fáciles autoengaños.

 Con tu amor, oh, Dios, decido valorarme, sano mi pasado, vivo en el amor y recuerdo que únicamente tengo el instante. El perdón es un buen antídoto y un estupendo sedante, me mueve a aceptarme y aceptar a los demás.

La luz brilla si no soy ni víctima ni victimario y centro mi vida en amar, no en competir ni en envidiar. Hay días radiantes porque elijo estar contigo mi Dios, amarte con toda el alma y amar a los otros como a mi mismo.