Dios mío, no temo a la muerte

Me amas sin fin mi amado Dios. Hoy veo que el agua es la única sustancia presente en la tierra en tres formas: líquida, sólida y gaseosa. Y esos tres cuerpos que adquiere el agua como líquido, hielo o vapor son un buen espejo de lo que pasa en mi muerte.

Soy un espíritu que un día se reviste de materia, pero hay más cuerpos además del físico. Hay cuerpo etérico, hay cuerpo astral y eso no es Nueva Era barata, porque hay gente seria que ve esos cuerpos.

La muerte, entonces, amado Padre, no es aniquilación sino paso entre vidas y cambio de lo material al espiritual. Un cambio en el que mi esencia permanece, del mismo modo que el agua sigue siendo agua cuando se evapora.   Al morir sigo viviendo y regreso al mundo de Dios del que había venido. Morir es volver a casa. ¿Y qué hago allá? Vivir, o sea, amar,